Por: Dra. María Jimena Montenegro.
Odontopediatra y docente de Odontología UC.
Entre los principales malos hábitos de los niños, la higiene bucodental deficiente es uno de los más comunes, y con el paso del tiempo, podría traer consecuencias no deseadas que se podrían evitar llevándolos al odontólogo de forma oportuna. Para conversar sobre este tema, en el primer consejo de salud bucal de mayo, hablamos con la odontopediatra y docente de Odontología UC, Dra. María Jimena Montenegro, quien nos explica las principales causas y consecuencias de estos malos hábitos.
¿Cuáles son los malos hábitos bucales que tienen los niños?
Desde los primeros años, los niños adquieren malos hábitos que son muy comunes, como usar el chupete por más del tiempo recomendado, succionarse el dedo, morderse el labio constantemente o llevarse objetos a la boca. Todo esto, podría ocasionar que tengan problemas que requieran tratamiento odontológico en un futuro.
¿De qué forma pueden afectar estos hábitos a futuro?
Si se desarrolla un mal hábito con frecuencia e intensidad, éste podría ocasionar malformaciones a nivel facial. También, se generan oclusiones que a futuro podrían derivar en un tratamiento de ortodoncia. Asimismo, pueden tener problemas de fonación, que le provocaría a los niños pronunciar mal las palabras. Y si no se lavan bien los dientes y se tiene mala higiene, podrían provocar caries a futuro.
¿Cómo se puede ayudar a los niños en sus primeros años?
Desde un principio, lo más importante es eliminar los malos hábitos. Por ejemplo, en los niños muy pequeños que toman pecho o mamadera nocturna, se le recomienda a los papás realizar una higiene posterior, para evitar la posibilidad que el niño tenga caries a futuro. Después del año de edad, lo ideal es que la leche nocturna se dé previo a que el niño se vaya a dormir y luego los papás le hagan un cepillado con agua.
Si el niño usa chupete, el ideal es que no se prolongue más allá de los dos años. Si hubo algún tipo de alteración en los dientes debido al uso del chupete, éste se puede corregir solo si se elimina a tiempo, pero si el uso del chupete perpetúa en el tiempo, el daño se tendría que reparar a través de un tratamiento odontológico.
Si el niño se chupa el dedo, es muy común que sea difícil de eliminar el hábito, pero hay que tratar de erradicarlo y cambiarlo por el chupete, que es incluso menos riesgoso para su salud bucal. La succión del dedo, podría ocasionar una mordida más abierta, además de quedar con una deglución de tipo infantil (al tragar, la lengua sale entre medio de los dientes, lo que no permite que la mordedura cierre la cavidad). También provocaría un problema en la fonación de ciertas letras, como la “D” o la “T”, esto es, que al pronunciarlas, los niños saquen la lengua entre medio de los dientes, lo que haría que el fonoaudiólogo tenga que reeducar.
¿Qué recomendaciones les haría a los padres?
– Para evitar los malos hábitos hay que ir suspendiendo de a poco el uso del chupete y la mamadera. Los padres deben realizar un trabajo de acompañamiento con los niños, donde se les muestre que están creciendo y usando incentivos que hagan que los niños adquieran una mejor higiene dental. Si ya se tomó la decisión de suspender el uso del chupete, hay que mantenerse firme en la decisión, ya que entre más temprano se quite el hábito, mejor.
– Es importante llevar a su hijo al odontopediatra a temprana edad. De esta forma, se instruirá acerca de los cuidados, la dieta y la higiene adecuada. Con esto se puede prevenir enfermedades a futuro. Y el ideal es que se realicen visitas periódicas al dentista, de manera tal que sea habitual la visita a este especialista.
– El cepillado siempre debe efectuarlo un adulto, ya que los niños pequeños no tienen la motricidad fina necesaria para efectuar un correcto movimiento, para esto, se recomienda tener dos cepillos: uno que use el niño para que adquiera el hábito y otro que maneje el adulto para repasar la higiene bucal.
– Los dientes deben lavarse solo con agua hasta aproximadamente los 2 años, dependiendo del riesgo que tengan de desarrollar caries nuevas. Un niño de bajo riesgo, que aún no tenga el control de la deglución establecido, deberá lavarse los dientes con agua. Mientras que un niño que tenga alto riesgo (de producir caries) tendrá que cepillarse con pasta fluorada de más de 500 ppm de flúor, teniendo cuidado en la dosificación y en quien realice el cepillado.
– Cuando el niño sea más grande y tenga desarrollado el control de la deglución, aunque sea de bajo riesgo, la recomendación es usar panta dental infantil (1000 ppm de flúor) en cantidad reducida, como el tamaño de un grano de arroz o de una arveja.
Pontificia Universidad Católica de Chile 2024